Las abejas desaparecen en todo el mundo desde hace décadas y, en los últimos años, el ritmo se ha acelerado. La situación es mucho más grave que quedarse sin miel: la mayoría de los alimentos que consumimos, o muchas plantas que ofrecen servicios esenciales en los ecosistemas, no serían posibles sin la polinización de estos insectos. Los científicos han detectado más de una docena de factores que inciden en las desapariciones, repentinas en ocasiones, de las colmenas. Insecticidas, productos químicos nocivos, hongos, parásitos, contaminación del aire o cambio climático son algunos de ellos.
El ritmo de desaparición de las abejas ha aumentado en todo el mundo, un grave problema ecológico y económico
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