Los recursos naturales no son ilimitados.
La Tierra es una fuente inmensa de recursos, pero no es inagotable, por lo que su sobreexplotación pone en peligro la supervivencia de los seres vivos que la habitan. Para tratar de establecer hasta qué punto se puede realizar un consumo sostenible de dichos recursos, los investigadores William Rees y Mathis Wackernager crearon un indicador que bautizaron con el nombre de "huella ecológica". Se trata de un concepto que mide la superficie necesaria para producir los recursos consumidos por un ciudadano y para absorber los residuos que genera. Se produce por tanto un "déficit ecológico" cuando consume más tierra de la que dispone, produciendo una huella mayor. En este caso, el consumo se basa en la utilización de los recursos de otros territorios o de generaciones futuras.
La huella ecológica ha superado la capacidad de generación de recursos del planeta desde la década de los 80
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